Los lácteos, en problemas

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Una suma de errores añadidos a cuestiones climáticas viene ocasionando el desconcierto en los tambos y en la industria láctea, cuyas consecuencias se proyectarán sobre la producción venidera. En este contexto, la producción para el año próximo se visualiza poco promisoria, con potenciales reducciones de la producción y la pérdida de excelentes oportunidades en los mercados mundiales.

La producción de los 15.000 tambos que pueblan las cuencas lecheras se traducirá en una reducción de la producción del orden del 8 por ciento respecto de los 10.000 millones de litros de leche del año anterior, hecho que quedó reflejado poco tiempo atrás en la ausencia de algunos productos en los negocios minoristas.
Tal escenario requiere una recuperación estable, que se está registrando a partir de las últimas semanas. Sin embargo, la intrincada y contradictoria madeja de decisiones consistentes en impuestos a las exportaciones y compensaciones cruzadas nos llevará a un callejón sin salida.
Por un lado, las exportaciones de todas las producciones lácteas tributan un impuesto del 5 por ciento, porcentaje que pareciera modesto en comparación con otros si no fuera porque la venta al exterior de cualquier producto lácteo es objeto de otra retención de todo lo que supere el equivalente en leche en polvo de 2100 dólares por tonelada, excedente que se deposita en un fondo destinado a estimular la producción del sector.
Como ese equivalente se eleva hoy, con motivo del crecimiento de los precios internacionales, entre 4500 y 5000 dólares por tonelada, la poda sobre el precio de exportación de la cadena productiva equivaldría al 50 por ciento de su valor. El fondo así acumulado rondaría hoy los 40 millones de dólares sin que se tenga certeza de las condiciones en las que será aplicado.
Existe, por otro lado, una subvención que se otorga tanto a tamberos como a industriales, con sistemas diferentes, para compensar el incremento de los costos, a raíz del aumento en el precio del maíz y de la soja, alimentos de las vacas en lactancia, para cuya financiación, en febrero último, se incrementó en un 4 por ciento el impuesto de exportación de la soja, que provee a otro fondo (unos 500 millones de dólares anuales) que se va repartiendo con gran despliegue burocrático entre productores de aves, cerdos, vacunos, lácteos y otros.
Virginia Ghiglione
Fundación EGE

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