Menor confianza pública en el sistema

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Dos de las principales consecuencias de la volatilidad financiera han sido la inestabilidad en las tasas de interés y la depreciación de los títulos públicos. Ambas han afectado directamente al sistema bancario, ya que junto a otros factores internos como la inflación y el manoseo de índices, han hecho mella en la confianza del público.

Al interior del país comenzaron las dudas en la solidez del sistema. Si bien el BCRA continúa dando señales que el sistema es confiable y que ha afrontado airosamente la volatilidad internacional, el desplazamiento de depósitos desde pesos a dólares es notorio. Desde Enero de 2005 hasta Julio de este año las variaciones mes a mes de los depósitos a plazo en dólares no superaban los u$s 120 millones, pero en Agosto de este año la variación fue de u$s 260 millones respecto del mes anterior y en Septiembre, aunque de menor magnitud, volvió a ser significativa: de u$s 213 millones. Este desplazamiento no es cuestión de búsqueda de mayor rentabilidad, ya que las tasas que se pagan por esos depósitos prácticamente no se han modificado. Se trata de una opción para resguardar los ahorros de la inflación. Mientras tanto, los créditos para consumo continúan expandiéndose y ya representan cerca del 75% de todo el crecimiento del crédito al sector privado. Esto sólo significa que la gente está desplazando su confianza desde la moneda local a la extranjera y a los bienes, a pesar que se les cobren tasas cada vez mayores por créditos a plazos más cortos como consecuencia del aumento de la morosidad a raíz de la inflación.
Además, los depósitos a largo plazo comenzaron a mostrar disminuciones. De hecho, las colocaciones del sector privado alcanzaron su máximo nivel de expansión en Marzo y Abril de este año, superando incluso el 30% anual. Sin embargo, a partir de allí mostraron una pronunciada caída, al tiempo que se registra una marcada expansión de los depósitos en cuenta corriente y caja de ahorro, que desde Junio comenzaron a crecer a tasas superiores al promedio, a punto tal que en Septiembre su crecimiento llegó al 30% respecto a igual mes del año pasado, llegando las colocaciones a menos de 59 días a representar el 56% del total, mientras que sólo hace seis meses su participación era del 53%.
Esta reducción en los plazos está generando una menor profundización bancaria, hecho que debe preocupar a los bancos ya que por un lado los depósitos a largo plazo son su principal fuente de fondos para créditos tanto a empresas como a personas, y por otro porque son una importante ancla ante los posibles futuros vaivenes en los mercados financieros internacionales.
En síntesis, la situación actual es la confluencia de varios factores de naturaleza diferente, cuyo resultado es que los ahorristas estén privilegiando el mantenimiento de su poder de compra frente al avance de la inflación, para lo cual, en muchos casos apelan al adelantamiento del consumo, es decir, ahorran en forma de bienes. Lamentablemente, para reducir la inflación hay que invertir, y para invertir hay que ahorrar dinero.

Por Lic. Cecilia Reboyras
Miembro de Fundación EGE, info@fundacionege.org

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