Ante el escenario electoral en el cual no solo la provincia de Córdoba, sino todo el país, somos espectadores de pugnas y rivalidades entre los partidos políticos, sus vaivenes, cambios repentinos de postura, desconcertando especialmente a toda una población supuestamente ingenua, incluyendo los estudiantes; a esa franja va dirigida, principalmente estas apreciaciones.
Ante la importancia y la cantidad de los cargos en juego, el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y los diferentes sectores de la oposición echan mano a una serie de estrategias que se usan desde hace ya mucho tiempo y a otras recientemente acuñadas para intentar capturar los cargos electivos en juego. Es conveniente desde un lado educativo, analizar y discutir las elecciones en el aula, lo que exige por un lado, conocer minimamente esas estrategias. Pero por otro lado, es preciso también tener en cuenta las implicancias de esas prácticas para el sistema político representativo como un todo, algo que no puede comprenderse si no se consideran sus relaciones con la situación que estamos viviendo desde lo social, económico y cultural de nuestro país. Sabemos que una de las candidatas a la presidencia no surgió de un proceso de elecciones internas, pero son contadísimos los casos en los que los candidatos surgieron de un proceso de internas y no de un acuerdo entre los dirigentes de un partido o de un sector. Esta situación nos habla de una realidad política predominante en todo el país, signo que indica la existencia de una brecha entre el sistema de partidos y la sociedad civil. Otro tema interesante respecto de la elección de los candidatos, tiene que ver con el conflicto surgido de la oposición para acceder alianzas de cara a la elección presidencial de octubre. Aunque los diálogos y transacciones fueron muchas, la fragmentación de los sectores no alineados con la política del gobierno nacional es asombrosa. Esta segmentación se debe en ocasiones a principios morales y políticos desiguales, y en otras a desacuerdos menores sobre cuestiones de cartel o de constitución de las listas. Esta situación revela, por otra parte, la ya conocida crisis profunda de los partidos tradicionales. Estoy afirmando que la fragmentación de la oposición y la crisis de los partidos tradicionales van, lamentablemente, de la mano. En muchas otras jurisdicciones, el gobierno nacional escogió una estrategia: apoyar a más de un candidato, de modo que en las consideraciones previas multiplicaba sus chances de acreditarse la victoria, (La Rioja, Tierra del Fuego). Otra estrategia desplegó en provincias como San Luis, donde el gobierno nacional optó entonces por la prescindencia, de modo que no peleó una batalla que sabía que perdería en las elecciones del 19 de agosto. Tal vez lo más alarmante, haya sido y sea el incremento y la naturalización del clientelismo y de las dádivas como medio aceptado de captación del voto. Agudicen los sentidos con lo que paso a relatarles. Aunque parezca una historia de ficción, voy a compartir con ustedes algo que realmente ocurrió; se trata de la síntesis del documental ¿Alguien conoce al Führer?, que no se estrenó en Argentina pero recibió el VI Premio Unión Latina en el Festival de Cine Latinoamericano de Trieste, en 2006.Este documental relata que durante el anterior ciclo de elecciones, un tal “Ignacio Irigoyen” viajó a un pueblo que dista 50 kilómetros de Mina Clavero, en nuestra provincia. Reproduciendo las estrategias de los punteros políticos locales, ofreció a los habitantes del lugar dinero y ayuda material a cambio de apoyo para un “nuevo político, Adolf Hitler, propulsor de la causa nacional socialista”. Promocionó a Hitler como “un político que está en Buenos Aires, acaba de fundar el Partido Nacional Socialista, quiere echar a todos los judíos y extranjeros de Argentina y recobrar las tierras y propiedades para los trabajadores rurales, y cuya primera preocupación es el hombre de campo”.Lo sorprendentemente es que el 85% de los entrevistados, entre ellos una maestra de la escuela local, no sabían quién era Adolf Hitler y aceptó la posibilidad de comprometer su voto a cambio de dádivas. Este episodio llama poderosamente la atención sobre la intimidación, que la crisis socioeconómica estructural implica para las instituciones democráticas, una relación peligrosa que los medios de comunicación en general no destacan suficientemente. Esto es debido que aunque la situación macroeconómica argentina haya mejorado notablemente en los últimos años, la pobreza y la indigencia siguen presentes. Es poco lo que una persona que pasa carencias difíciles puede hacer para oponer resistencia a una oferta tan seductora por su voto. Además, cuando los episodios de clientelismo de este tipo se reiteran una y otra vez a lo largo de décadas, y los habitantes de un pueblo ven incumplidas repetidamente las promesas electorales, la brecha entre la sociedad civil y la política aumenta, al mismo ritmo que el escepticismo frente a las posibilidades de que la democracia representativa pueda revertir estas realidades. Lo mas serio del documental de Irigoyen, es la revelación que muestra cómo los pobladores, prácticamente no reaccionan cuando se les revela el engaño, simplemente lo consideran como un ejemplo más de una larga historia política de decepciones, es como si ya lo tuvieran naturalizado. Ante esto, y a pesar de que las condiciones sociales y políticas son adversas, los docentes y la escuela debemos librar un papel decisivo ante estos signos de crisis del sistema político. Debatir y reflexionar las implicancias del clientelismo, discutir la importancia de la participación política en democracia y, no menos importante, avalar un conocimiento mínimo de la terrible historia mundial del siglo pasado. Son tareas de las que la escuela no puede desentenderse. Un año de elecciones proporciona, al menos, una oportunidad para ocuparse ampliamente de estos asuntos, casi nunca abordados.
LIC ELENA FARAH