En un contexto laboral en el que apenas el 11% de las mujeres ocupa puestos ejecutivos y donde el empleo no registrado afecta casi al 60% del sexo femenino, por iguales trabajos, las mujeres cobran hasta un 20% menos que los hombres. La brecha salarial entre ellos se mantiene en una banda que va del 14% al 20%, principalmente en puestos de mayor rango o calificación.
Según las estimaciones de ingresos realizados por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericana (FIEL), en 1998 la diferencia de remuneraciones en general, entre el género masculino y femenino, oscilaba en torno al 12% y 15%. Hacia fines de 2006 por condiciones y características similares, se ubicaba entre 14% y 20%, a favor de los primeros.
En cuanto a la discrepancia de remuneraciones, de aquellos que desarrollaban actividades por cuenta propia en 1998 se hallaba entre 25% y 38%; mientras que a fines de 2006 se registró una diferencia de entre 21% y 40%.
Del mismo estudio se desprende que la brecha salarial de género es más baja en puestos de menor calificación y por lo tanto se amplía en aquellos de mejor calificación y nivel de ingreso. En el caso particular de directivos con calificación profesional la brecha de ingresos es de 20,4%; siendo el sueldo horario de $ 22,6 para sexo masculino y de $ 18 para las mujeres. La mayor discrepancia se da en el caso de los operarios con calificación profesional que alcanza el 23%, los hombres cobran $ 13,3 por hora y las mujeres $ 10,2. La brecha salarial más reducida -del 17%- se encuentra entre los operarios con calificación técnica; los hombres perciben un sueldo horario de $ 8,6 y las mujeres de $ 8,4.
El nivel de operarios no calificados presenta una diferencia salarial del 9,1%, pero dentro de esta categoría la experiencia laboral marca una importante distinción en las remuneraciones: en los operarios con experiencia la brecha salarial se amplía al 22%; mientras que entre los operarios no calificados sin experiencia, se reduce a 0,6%.
Según Marcela Cristini (economista senior de FIEL) la diferencia salarial que presenta Argentina es típica de los países en desarrollo. “Estos datos indican que éste es un país muy progresista en términos de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo” señala la investigadora. “También, registramos actividades dominadas por las mujeres pero con menores salarios, como la docencia, el servicio domestico o las de auxiliares de medicina.”
Sin embargo es importante diferenciar entre el concepto de desarrollo y crecimiento. La discrepancia salarial marca una diferencia en la productividad, elemento necesario pero no suficiente para el crecimiento de un país, desarrollo implica una mayor igualdad en la distribución. Por lo que esta disidencias en los salarios nos lleva a hablar de crecimiento de un país, más no de desarrollo.
Por Alejandra Rodriguez
Miembro de Fundación EGE
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