La importancia de la actualización docente partiendo de las propias experiencias y no importando modelos. La necesidad de que los capacitadores sean docentes con experiencia. Sobre estas necesidades reflexiona la Lic Elena Farah.
A mi entender, los modelos masivos de capacitaciones han colapsado, estos no van más allá de unas jornadas que poco y nada tienen su aplicación en el espacio áulico; pero la pregunta cardinal es ¿Cómo actualizar a los docentes con los escasos recursos asignados?. Unido a este tema se nos presenta hoy la nueva Ley de Financiamiento Docente, que en alguna parte de la misma, exige el cumplimiento, en concordancia con la CEPAL para los países en vías de desarrollo al 2010: actualización constante, lograr calidad educativa, mayor incorporación al sistema educativo, jornada de doble escolaridad, etc. Se debe aspirar a un modelo autónomo de responsabilidad profesional: es el docente quien debe construir su agenda de capacitación sin necesidad de terceros; pero como este supuesto es difícil, partamos de propuestas más realistas. Una persona que se graduó en el 2000 y que en el 2001 no se ha actualizado ha perdido un año, y para el 2005 si continúa sin actualizarse, ante la vertiginosidad de conocimientos nuevos, vuelve a su estado inicial de parcial ignorancia como si no hubiese estudiado. Ante esta alarmante situación el tema de la actualización debe adquirir un lugar preponderante en la agenda educativa bajo nuevas tácticas y estrategias:
-un primer aspecto a considerar, es la reformulación de la actualización docente bajo un paradigma de “Desarrollo Profesional” señalado por un sistema que estimule o premie los esfuerzos de este desarrollo.
– un segundo aspecto, la creación de una “Cultura permanente” de este desarrollo profesional, donde la actualización debe ser una tarea permanente.
Una buena propuesta a considerar es tomando un modelo, como el de “Escuelas viajeras” de la República de El Salvador, en donde un grupo de maestros especializados –y no capacitadores- se insertan en los centros educativos, y desde allí procesan un diagnóstico particular, identifican las vulnerabilidades y fortalezas, y trabajan con los maestros y los alumnos en su entorno; hay temas pedagógicos en donde es vital capacitar en el aula y no en ambientes artificiales; por ejemplo, el constructivismo no se asimila con charlas ni conferencias, sino en la vivencia experimental de ejercicios concretos con alumnos. Otro punto importante sobre este tema es que las capacitaciones deben ser ejecutadas por maestros que conozcan la realidad, y que tuvieron la experiencia real y autoridad ética para ser guías; generalmente en nuestra tradición los capacitadores ni son maestros, y en muchos casos ni conocen la realidad. Tal como decía un experto mexicano, es muy importante “hacer lo nuestro” y no “hacerlo nuestro”a las experiencias de otros países. Cabe destacar que si tenemos la necesidad de recurrir a esas experiencias, por favor, busquemos entonces ejemplos exitosos de países desarrollados y con más madurez que el nuestro. En el fondo estamos ante un delicado problema asociado a la motivación y la autoestima, lo cual a su vez se articula con varios factores, uno de lo cuales es el status docente y sus posibilidades de desarrollo ¿Qué puede motivar al docente a superarse profesionalmente o a invertir en un curso o postgrado?, o ¿Qué condiciones de posibilidad existen para escalar a mayores niveles?. Otro aspecto a considerar en este temática es el relacionado a las condicionantes que generalmente reclaman capacitación; por ejemplo, las reformas curriculares son un detonante clásico; lo paradójico es que las experiencias reales del aula, y en ellas, los procesos de orientación y autodesarrollo profesional son los elementos que deberían exigir las reformas curriculares y no al revés; la tensión entre problemas educativos y soluciones pedagógicas, las propias experiencias y recursos reales, deberían ser las fuentes de feed-back para el currículo y para los libros de texto; pero no, el docente siempre es el sujeto pasivo que se viene a enterar por boca de terceros lo que le pasa y como debe actuar. Pero nadie es profeta en su tierra ni en su mundo laboral, parece necesario que alguien venga a decirle a uno que problemas tiene y que encima cobre por eso. En última instancia el tema de Desarrollo profesional y de una Cultura de autoformación tiene que ver con una “visión de futuro” de la profesionalidad docente; “mientras se haga docencia para sobrevivir o mientras se haga una docencia variada o atiborrada, no habrá espacios tan siquiera para pensar en la importancia del desarrollo profesional; más allá de las inquietudes vocacionales también el sistema tendrá que abrir los espacios iniciales para señalar esta preocupación profesional”(Oscar Jhoao).“Permíteme realmente querer aprender la manera de aprender, como una verdadera aspiración y no simplemente como un autoengaño” (Alí Ramitani).
LIC. ELENA M. T. FARAH
elenafarah78@hotmail.com
DNI 6.396.189
Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)
Registro Minist. Educación de la Nación Nº 2184