Las Voces del Día – La relación entre la ciudad y el deporte profesional

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«Debemos asociar el interés público y el privado a los emprendimientos deportivos profesionales…» Opinión, Osvaldo Da Costa.

Estudiantes madryn 1

Por Osvaldo Da Costa, concejal del FPV

La decisión de Asociación Atlética Banda Norte de abandonar la plaza que poseía en la segunda categoría del basquetbol nacional, la invitación cursada a Atenas para que participe del torneo Federal B, la no inclusión de Estudiantes en el Argentino A y las penurias del ACRC a la hora de resguardar las fechas obtenidas en el ámbito de la organización automovilística nacional, obligan a reflexionar sobre la relación entre la ciudad y el deporte profesional, en especial aquel que exige primordialmente la presencia de grupos de trabajo conformados por decenas de personas.
En primer lugar, reitero lo que he dicho hasta el cansancio: las decisiones de las entidades organizadoras madres son siempre políticas, es decir, implican el ejercicio de un poder de decisión determinado sobre una comunidad cualquiera. No hago una valoración de esta potestad. Solo digo que su presencia es real y concreta y se observa tanto en las decisiones de la FIFA como en las que toma a la hora de establecer el cronograma de disputa de sus torneos la Liga de Profesionales Seniors de Rio Cuarto. ¿Ejemplo? Si suspende o no una fecha porque hay un fin de semana largo y se supone que “la mayoría” de los “ jugadores” viajará, la decisión final implica un modo de ver al colectivo de personas que conduce.
Veamos: la AFA tomó una decisión –absurda a mi entender- que requirió “correctivos” hacia las categorías inferiores del fútbol nacional. Ascender a Primera y de prepo a diez equipos para evitar que los clubes que sostienen el negocio vuelvan a padecer con los descensos es una decisión eminentemente política. Permitir que siete equipos del Argentino A “cubran” los espacios que quedarán vacantes en el Nacional B es otra. Y la “invitación” a ignotos clubes de provincias sin tradición competitiva fuerte fue la frutilla del postre. No por nada se vieron beneficiados clubes de Chaco, Tierra del Fuego y Santa Cruz. La decisión se tomó con la calculadora política en la mano.
Sinceramente, pensamos que no todos aceptarían el convite. Entre el “querer” y el “poder” suele haber una distancia insalvable. Por eso, propusimos desde el Concejo Deliberante que se invitara a Estudiantes al A y a Atenas al B. Aunque las condiciones deportivas e institucionales de ambos clubes eran y son incuestionables, preferimos apelar a un argumento consonante con el criterio político organizativo: la ciudad de Río Cuarto era la única entre las 25 más pobladas de la Argentina que se quedaba sin representantes en ninguna de las tres categorías máximas del fútbol nacional.
Aunque uno no lo pueda demostrar, parece claro que el argumento “federalista” se cayó a la hora de reemplazar a los que rechazaron la invitación. Y esa fue una nueva decisión política: ni Estudiantes en particular ni Río Cuarto, en general, tienen hoy un dirigente metido en la cúpula del fútbol nacional que pueda torcer estas decisiones. La referencia a Antonio Candini es insoslayable. En 1988, siendo “don Julio” presidente de la AFA campeona del mundo, participé –junto con otros cuatro periodistas de Río Cuarto- de un almuerzo en el tambo que tenía Antonio. Estaba también José María Muñoz, el relator por excelencia y trascendencia de la época. Allí Grondona dijo que Estudiantes debía jugar en primera siempre, en virtud de la importancia de la ciudad y de su dirigencia deportiva. Citó, además, a Mendoza, Mar del Plata y Bahía Blanca, como otras ciudades que no podían estar fuera del escenario nacional. Un año después, en instancias semifinales, Estudiantes perdió con Atlético Rafaela el ascenso definitivo a la segunda categoría del fútbol argentino. Nunca más estuvo cerca de alcanzar ese privilegio, mientras que su vencedor es hoy una potencia dentro del fútbol nacional. Lo dije hace dos años cuando volví a Barrio Alberdi a la cancha de la “Crema” en esa ciudad santafesina: en el 88 Estudiantes y Río Cuarto perdieron algo más que una serie. El fallecimiento de Antonio pocos años después acabó con esa línea directa con AFA (o con Grondona, que es casi lo mismo), a la cual apenas pareen poder recurrir hoy por Río Cuarto un representante de jugadores y un periodista (desconozco si lo hacen y bajo qué circunstancias).
La invitación a Atenas también implica una decisión política. Nadie desconoce en el Consejo Federal que la realización del clásico entre Albos y Celestes le permite a ambos garantizar casi un 20% de los recursos necesarios para afrontar el torneo. En otras palabras, se le devolvió por decreto un derecho a Atenas y se le hizo un guiño económico a Estudiantes. Para el Consejo Federal, basta y sobra. Para los riocuartenses, una clara muestra de que nadie por estos lados tiene el teléfono de Dios.
La cuestión económica
Banda Norte, históricamente, es el club mejor administrado de la ciudad. Rara vez sus conducciones fueron unipersonales y mucho menos se asentaron en la billetera del mecenas de turno para lanzarse tras una aventura deportiva. Esta vez, no fue la excepción. Establecieron que la participación en el futuro certamen iba a costar cuatro millones de pesos. Rascando hasta las piedras, cubrieron potencialmente el 80% de esa cifra. En cualquier otro club, ese porcentaje da para tirarse a la pileta. En Banda Norte, no. Y la plaza quedó vacante, con todo lo que ello implica para el futuro no solo del club en la disciplina sino para el basquetbol todo de Río Cuarto.
¿Pudo la ciudad evitar este desenlace? ¿Hizo el municipio el esfuerzo necesario?. Mi respuesta es afirmativa en ambos casos. Banda Norte fue la entidad que más dinero recibió de FUNDEMUR el año anterior (unos 300 mil pesos) y, la verdad, más no se puede en las actuales circunstancias. Entiendo que también hubo aportes de la provincia, por lo que el rol del Estado para impulsar UN EQUIPO estaba cumplido. El cuello de botella es siempre el mismo, desde hace un cuarto de siglo. La actividad privada no INVIERTE en el deporte de alta competencia. Toma sus eventuales aportes como un GASTO, una especie de subsidio privado al club de sus amores. Y ese voluntarismo siempre tiene límite temporal: un buen día el sponsor se cansa, no ve compensado su esfuerzo y lo deja de lado.
Diferente es lo que sucede en otros ámbitos. Vuelvo al ejemplo de Rafaela: a fines de los 80, la actividad privada de la ciudad sostenía por interés propio a no menos de cinco instituciones de proyección nacional (no por nada al Atlético lo conocen como la “Crema”, pero también están 9 de Julio, Ben Hur….). Cuando digo “interés propio” me refiero a que las empresas sabían que su presencia en las camisetas de esos equipos redundaba en su beneficio. Que en la tapa de “Clarín” o en las transmisiones televisivas salga el logo de la empresa estampado en el pecho de un jugador no tiene precio. Y eso es lo que se busca. Es decir, el éxito deportivo no es producto de la buena voluntad del publicitado sino el producto de una búsqueda común. Banda Norte en los últimos tiempos jugó varias veces para la televisión nacional. Pero, está claro, no pudo su dirigencia hacer ver a los eventuales sponsors que su apoyo implicaba para ellos una recompensa. En síntesis, que eran socios de la empresa deportiva.
Hace años que no veo en ninguna casaca local auspicios vinculados con la actividad agropecuaria. Es paradójico. Si sé de “colaboradores” que pagan hasta el sueldo de tal o cual jugador para verlo con la 9 de su equipo. Pero, insisto, ello solo garantiza el pan para hoy.
En cuanto a lo público, el concepto es similar: si el Estado no ve un rédito en su aporte, no lo va a efectuar. El lema de “San Juan Minero” que está incorporado en prácticamente todos los equipos de alta competencia de aquella provincia fue para ella una punta de lanza fundamental en su disputa frente a los grupos ambientalistas. Reitero: no digo si está bien o está mal que estas sean las reglas del juego. Solo sostengo que hay que conocerlas antes de criticarlas.
FUNDEMUR fue creada –aparentemente- con ese objetivo. Recaudar fondos en la actividad privada para sostener la actividad deportiva de alta competencia. Hoy el estado municipal aporta el 80% de los ingresos de la Fundación y los únicos aportes extras provienen de quienes utilizan las instalaciones del ex Centro 11, en especial de su pileta.
Incluso, en el Concejo hay un proyecto que prueba del fracaso conceptual de FUNDEMUR: para impulsar el deporte de alta competencia, se promueve cobrarle una tasa a las empresas telefónicas que posean antenas en el ejido urbano. (Al margen, la mayoría de esas antenas tienen que ser reubicadas pues están en zonas prohibidas. Querer cobrarles impuestos es como pretender establecer ahora una tasa especial a los cabarutes). Es decir, a través de la vía impositiva se busca lo que se debió alcanzar desde el convencimiento y la asociatividad con el capital productivo local.
En síntesis, los caminos que debemos recorrer son largos y dificultosos. Pero, nos guste o no, son los únicos. Debemos asociar el interés público y el privado a los emprendimientos deportivos profesionales como única forma de conseguir sustentabilidad en el tiempo para cualquier proyecto. Y, en segundo lugar, ocupar espacios en donde se toman decisiones político-deportivas que nos involucran. Resulta muy fácil decirlo. Muchísimo más complejo es conseguirlo, Pero si seguimos probando con los caminos alternativos, el resultado sigue siendo aún más oneroso para nuestros intereses

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